Ir al contenido principal

Mañana en la batalla piensa en mí, Maduro

Había pensado que ya esto me estaba quemando la vida y mi migraña volvió, y a veces esa resequedad en los ojos, y aunque mi vida es normal, aparentemente apacible y equilibrada, está por supuesto ese lado inquientante, esa sombra de esa identidad mía de la que podría renegar, pero para qué negarlo, me acompañará hasta el final.

Hoy me bañaba con un jabón marca Cien, que no se gasta, que estaba nuevo y que podía tirar a la basura para reponerlo inmediatamente por otro igual, sin que eso supusiese ningún descalabro económico para mí y pensaba que era solo una de las infinitas cosas que les quitaron.


Esa sombra he decidido alejarla un poco, desconectarla, aparcarla como quien deja el carro en el estacionamiento y no piensa en él hasta que termina la diligencia y tiene que volverlo a buscar. Entre esas cosas que idealmente podríamos hacer, esos consejos que nos da la gente preocupada por lo que pasa allá está por supuesto, seguir con la vida y hacer como que lo que ocurre no sucede, esa otra realidad, que debe ser ajena. Pero la sombra, la rabia y ese resentimiento que no se contiene, no se apaga, vuelven siempre.


Puedo desconectar los 4 telèfonos, la televisión, la computadora, pero entonces en mi mente salen aquellos recuerdos de mi infancia, esa gente que tanto quiero. ..en este momento solo la poesía me salva, la literatura, y recuerdo esa magnífica obra de Shakespeare, ese fantástico pasaje que redescubrí gracias a Marías y eso espero que alguna vez les pase, porque la Haya puede ser muy tarde, porque me gustaría que ese destino pudiera tenerlo hoy, que se le aparezcan todos los espectros de todos sus muertos como a Ricardo "Ricardo, tu mujer, aquella desgraciada Ana, tu mujer, que jamás durmió una hora en paz contigo, ahora llena tu sueño de agitaciones: mañana en la batalla acuérdate de mí, y caiga tu espada sin filo: ¡desespera y muere!"

Comentarios

Entradas más populares de este blog

Normal

Me he estado preguntando últimamente qué es realmente ser normal. La campana de Gauss no pudo explicarme. Si yo soy normal (esto es un ejemplo) no puedo ser pureza normal porque ser pureza normal es estar metida en la barriga de la campana en todas las variables posibles que pueden definirme, entonces dudo que yo sea normal (esto es parte del mismo ejemplo). La normalidad, según mi humilde criterio, va de la mano del aburrimiento y el aburrimiento es lo más gris, uniforme y castigador que hay. Prefiero entonces no ser normal absolutamente; sin embargo, si tuviera que esperar a alguien que me haga compañía preferiría que lo fuera. La normalidad es predictiva, y en el fondo, aunque nos cueste aceptarlo, a nosotros, sí, también a mí (y aquí soy normal) no nos gusta sobresaltarnos con cosas anormales. Las cosas anormales causan incertidumbre y la incertidumbre continuada es una desdicha (al menos para la gente normal en este tema). Lo anormal tiene algo de divertido, desastroso y siniest

Mi crítica : "El guardián invisible" de Dolores Redondo

  No sé por dónde empezar; este libro ha sido la absoluta decepción del año junto con "Persona Normal" de Benito Taibo. Mi malestar empezó con los diálogos... Llegado un momento de la trama uno de los inspectores que hacen el séquito a la inspectora Salazar se lanza con una exposición de cita de libro sobre las leyendas vascas y sus criaturas ancestrales. La exposición, ausente de cohesión con el ritmo anterior de los diálogos, se me antojó un corte y pega de Wikipedia difícilmente catalogable ; penoso para ser este un libro leído y celebrado por tanta gente. Lo voy a decir y lo siento por los fans acérrimos de Dolores Redondo: Los diálogos son acartonados, impostados, manidos, faltos de fuerza y vivacidad, en algunos momentos me parecen absolutamente naivs propios de una parodia de lo que debe ser un libro policíaco, con búsqueda de asesino incluido. Pongo un ejemplo, por favor, para continuar con mi indignación; llegado el momento la inspectora sale a buscar a unos doctores

"El misterio de Salem's Lot"

  Amo los libros de terror, no los leo en la noche con la puerta entreabierta, con todo en silencio, me imagino que viene un ser horrible con ojos de muerto y se para en silencio en la puerta y yo me paralizo y no puedo ni gritar ni hablar del miedo, pero es lo que busco, qué le vamos a hacer. Este libro tiene como protagonista a Ben Mears, un escritor en sus 30 que por circunstancias de la vida había pasado una temporada en Jerusalem´s Lot cuando era niño. El caso es que Ben vuelve al pueblo tras una tragedia personal para escribir y recordar las experiencias de ese intenso verano en el que vivió un encuentro sobrenatural en la casa de los Marsten. Aquella casa abandonada había pertenecido a la familia Marsten, una pareja fallecida en espeluznantes circunstancias. Después de aquello, la casa fue ganando la fama de maldita y los niños hacían apuestas de valor a ver quién se atrevía a entrar y superar las posibles apariciones fantasmales que se encontraban dentro.  Ben de niño  lo hizo