Ahora leo a Katherine
Mansfield. A medida que avanzo en su lectura puedo sentir sus palabras, creo que podemos llegar a amar verdaderamente a un discurso escrito, tanto como a una persona. No es fácil describir la
fascinación pues se presenta de tantos modos... Admiro esa
capacidad para enaltecer los detalles que nos rodean, no es la
cotidianidad lo que impacta en su escritura sino la observación de
aquello que normalmente pasa desapercibido, esa observación suya,
tan acorde a algo personal e íntimo, reconstruye el detalle, lo razona, lo viste de una particular importancia y revela
sorpresivamente el secreto de una repentina epifanía. Por haberme
otorgado, a cada paso de su diario, las majestuosas maneras de lo
minúsculo, yo me envuelvo en ella, siento que está allí a mi
lado, contándome todas sus inseguridades, ingenuidades, pasiones
arrebatadoras, remembranzas.
La leí en inglés en “A
German Pension”, y también me gustó. Supongo que no tanto como su
diario, porque creo que tal vez la pena es que mi pobre conocimiento
del inglés no me permitió poder introducirme en su gracia. Creo que
es una escritora mágica, injustamente olvidada y sin duda, desde que
por casualidad la descubrí a raíz de una nota en internet, mi
escritora preferida. Sus cuentos son sencillos pero pienso que
tremendamente difíciles de escribir y emular. Murió con
34 años, la edad que tengo yo ahora mismo, a raíz de una sífilis
que se transformó en tuberculosis, la cual contrajo producto de sus
muchas relaciones con amantes. En su diario se puede descubrir esa
intensidad por la vida, la búsqueda de lo irresoluto a través del
amor, del sexo.
Mansfield descubre a cada paso el dolor del amor, y la muerte es para ella un medio de vivirlo, comprender el valor que tienen los fantasmas, los suyos, que son prácticamente todas aquellas personas a las que quiso, porque pienso que Mansfield siempre estuvo rodeada de espíritus vivos y muertos, y todo ese conjunto de emociones eran los ausentes, la mayoría las personas que alguna vez pasaron por su vida.
Mansfield descubre a cada paso el dolor del amor, y la muerte es para ella un medio de vivirlo, comprender el valor que tienen los fantasmas, los suyos, que son prácticamente todas aquellas personas a las que quiso, porque pienso que Mansfield siempre estuvo rodeada de espíritus vivos y muertos, y todo ese conjunto de emociones eran los ausentes, la mayoría las personas que alguna vez pasaron por su vida.
Creo que si hubiera
conocido a Katerine Mansfield, habiéndola leído previamente,
hubiese tenido ganas de abrazarla y pedirle que por favor estuviera
sencillamente un rato en silencio a mi lado. Creo que tal vez
haríamos algo parecido si tuviésemos la suerte de leer los diarios
íntimos de muchas personas, acompañar en el silencio, porque
sabiéndolo todo, podemos sentir lo hermoso de ser un ser humano
teniendo la conciencia de un cuerpo cuyos padecimientos conocemos.
No me quiero ir, sin
antes dejar un fragmento de
su diario.
Esta tarde volví a
casa y llegó F. Yo estaba de pie en el estudio y alguien silbó en
el sendero. Era él. Salí y compré leche, miel y pan Veda. En
seguida nos sentamos a tomar el té y charlamos. Este hombre es en
muchos sentidos extraordinariamente como yo. Me gusta tanto: me
siento tan honesta con él que se convierte simplemente en una de mis
verdaderas alegrías, una de las verdaderas alegrías de mi vida, que
él venga a charlar y a estar conmigo (…) Existe un división: la
gente que es mi gente, la gente que no es mi gente. El es mío. Le
regalé mi ranita.
(…)
Es sorprendente la
violencia con que se sacude una gran rama cuando un tonto pajarito la
abandona. Supongo que el pájaro lo sabe y se siente inmensamente
arrogante...
Comentarios
Tal vez tenga que ver con eso que ella dice, de que ese tal R le parece la persona más honesta que conoce
La honestidad, en este caso, la pureza de la verdad
que descubrimos al penetrar, al completar como lectores, la escritura de los otros.
chau